Todo depende…

Cada vez que alguien, un amigo, un conocido o un alumno me hace una pregunta sobre fotografía, le respondo de la misma forma, depende. ¿Y de que depende? Pues normalmente de varios factores.

Dentro del ámbito de la fotografía analógica los «depende» eran menos, porque la química y física convertía el proceso en algo más «cerrado», salvo que ya se hablara de aspectos más profesionales. Sin embargo, ahora con el mundo digital, este campo, por decirlo de alguna manera, se ha ampliado. Por ejemplo, tan sólo la variedad de formatos de sensores y su amplia variedad de reacciones superan con creces las características de las películas.

Antaño, básicamente sólo había que preocuparse del grano relacionado con la sensibilidad y las dominantes cromáticas. Normalmente, con disparar un rollo de test para saber si se ajustaba a nuestro estilo o no, valía. Sin embargo, en el ámbito de la fotografía digital esa película que antes podíamos cambiar, ahora nos viene con todo «el conjunto», es decir, dentro de la cámara, con lo cual es mucho más difícil para un aficionado seleccionar la cámara adecuada o los ajustes más correctos. Por contra, para un profesional, es más sencillo, entre comillas, pues tan sólo se debe gastar el dinero en el modelo «top of the line», sabiendo que tiene la mejor tecnología de la casa. Sí, ahora la experiencia se puede sustituir por tecnología.

Éste, es tan sólo uno de los ejemplos de los incontables casos en los que la electrónica y la informática afectan, de forma clave, al producto final, que es por supuesto la foto. La tecnología ha abierto un nuevo campo, con sus pros y sus contras, lo peor, son las medias verdades o los diferentes «mitos» que los «gurús» escritores de blogs o de libros desarrollan a su sombra, con informaciones «selectas» o «técnicas milagrosas» que dan las claves para que cualquiera se convierta de la noche a la mañana en un súper fotógrafo y de paso, hacer caja.

Por ejemplo: ¿Por qué no pueden haber blancos y negros puros? ¿Por qué una imagen tiene que tener un rango dinámico de millones de pasos? ¿Por qué una imagen debe estar sobremanipulada? ¿Y por qué no, puede ser tan sólo un reflejo de la realidad?¿Por qué a los JPEG se les trata como al demonio digitalizado (no encarnado) y sin embargo luego dicen que si haces fotografía deportiva debes disparar en JPEG?¿Por qué…?

Y así hasta el infinito.

Básicamente todos estos cuestiones y las que surjan se responden con tres afirmaciones generales:

      1 – Hay demasiados «maestrillos» que se las saben todas e incluso escriben ciertos dogmas en libros y blogs que se duplican y se propagan como la peste, mucha gente se los cree a pie juntillas y las repiten sin saber bien porqué.

      2 – Como todo en el mundo, también en el ámbito de la fotografía y más concretamente en el ámbito digital no todo es blanco o negro, sino que hay muchos «tonos» de por medio. Así, lo que es bueno para una cosa no tiene porque serlo para otra y sin embargo ambas soluciones pueden ser correctas. Hay que entender cada una para saber cuando debemos utilizarla.

     3 – La tecnología digital avanza a mucha velocidad: lo que era válido hace una año ya «casi» no es válido hoy, con lo cual es de agradecer que las marcas a través de sus divulgadores oficiales transmitan ciertas claves para que el resto podamos adecuar la información a nuestros requerimientos. Lo malo es que esa rapidez provoca también, en algunos casos, información dudosa e incluso falsa…, algunas veces sólo para conseguir vender más y en ocasiones es muy difícil separar, descubrir o discernir que es lo exactamente verdadero.

Con lo cual, hay demasiada paja y poco grano, sin embargo hay grandes profesionales y buenos técnicos que realizan trabajos excepcionales y desde este espacio intentaré hacer una trilla para poder darles respuestas e informaciones correctas. Como comprenderán, no poseo el conocimiento único ni la piedra filosofal, tan sólo cierta experiencia, formación, y juicio crítico para buscar, contrastar y realizar mis propios test y tratar cada una de las cosas desde el prisma de un por qué.



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